«¡Miren! Yo los envío a ustedes como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes, aunque también sencillos como palomas». (Mateo 10:16)
Si esta es una de las misiones que el Señor nos da a sus discípulos, es que nos está enviando a vivir en un mundo problemático y febril, portando virtudes como la astucia, la sencillez y mansedumbre.
No nos está diciendo que nos quedemos en casa sino que somos enviados a interactuar en la oficina, la fábrica, el comercio, el derecho y la justicia; los diferentes quehaceres de la sociedad, incluyendo el gobierno. Siempre mansos y astutos pero sin rehuir a ser enviados.
Es un mandato para el creyente como perteneciente a la iglesia y no precisamente para la iglesia como institución ¿Pero entonces cual es el papel de la Iglesia en política? Lo iremos viendo.
Leyendo las Escrituras, hay una exhortación para los miembros de la iglesia. En el templo se va gestando un Hijo de Dios que en un proceso de santificación va formándose en conocimiento, carácter, actitud a fin de encarar emprendimientos que den frutos saludables.
«Pues es Dios quien nos ha hecho; él nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas obras, siguiendo el camino que él nos había preparado de antemano». (Efesios 2:10)
Una vez que tenemos claro lo que es una buena obra sea material o espiritual, estamos viendo que Dios nos deja libres para decidir en qué segmento del quehacer cívico ir a desplegar astucia, mansedumbre para encarar «buenas obras».
HABILITADO
La política es un escenario habilitado para el ejercicio del cristianismo práctico. Nada hay que nos cercene y por el contrario tenemos la libertad de ejercer cristiandad incluso en la política hoy poblada de lobos rapaces.
Jesús observaba el ejercicio de los gobernantes de su tiempo y formuló un concepto que cambió el modo de gobernar en un tiempo en el que el emperador, el rey eran déspotas y adorados como dioses, requiriendo la atención del pueblo en vez de atender -desde el poder- los anhelos de la gente.
«Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por una multitud. (Mateo 20:28)
Con esta frase, Jesús instaló el principio del servidor público. El que está en silla de autoridad no debe servirse de su poder sino que utilizar su poder para servir a los demás. Es el principio fundamental sobre el que cristiano que baja a la arena política debe actuar y nunca apartarse de él.
¿DIOS ES DE IZQUIERDA O DERECHA?
Y entonces aparece la pregunta ¿Dios es de izquierda o de derecha? ¿El cristiano debe militar en un partido de derecha, de centro o de izquierda? Bueno, Dios está por encima de las ideologías. Es en vano tomar porciones limitadas de la Escritura para demostrar que es de derecha u otras porciones para demostrar que es de izquierda porque sería una manipulación irresponsable.
El concepto de bien común, de honestidad, de justicia, de igualdad de derechos, de que no hay griegos y judíos como señalando que todos somos iguales ante Él, está por encima de pensamientos humanos.
En principio, toda nucleación que apunte a la igualdad ante la Ley, la libertad de acción en un marco de respeto a los demás, actúe con amor al prójimo, propenda a la prosperidad de todos sin distinciones, imparta Justicia en mayúsculas y propugne una sociedad solidaria; resulta un espacio probable para el ejercicio del cristianismo en política.
La iglesia institucionalmente tiene el propósito de formar servidores de esas características. Su participación en política es indirecta. No interviene en la promoción de candidaturas sino en garantizar la sanidad moral de los candidatos. La iglesia no puede politizarse en el sentido de partidizarse pero debe actuar para que los políticos-cristianos vayan a ejercer con virtudes de palomas y serpientes, aptos para realizar buenas obras.
Ha sido un engaño satánico que el cristiano no debe meterse en política porque es sucia ¿Quién la va a limpiar entonces si no es un discípulo de Jesús? Escrito está: «Cuando los justos tienen el poder, el pueblo se alegra; pero cuando los malvados tienen el poder, el pueblo sufre». (Proverbios 29:2)
Desde el punto de visa bíblico ¿Quién o cómo es un hombre justo? Claramente un creyente, una persona con temor de Dios que ajusta su camino para agradar al Creador. Justo es uno que gestiona su vida y su quehacer, alineado a los planes del Señor. Esto quiere decir que si un cristiano gobierna con vara cristiana, la sociedad vivirá tiempos de enormes avances. El ejemplo es Noé que fue uno de los primeros hombres en ser considerado «Justo».
«Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre justo y honrado entre su gente. Siempre anduvo fielmente con Dios». (Génesis 6:9)
En suma, desde el momento que como creyentes pertenecemos a un orden social, vivimos en una comunidad, no podemos estar ausentes ni desinteresarnos de su marcha y hoy día es bueno que desde el púlpito se aborde frontalmente un tema que ha estado en una burbuja.
Necesitamos que personas transformadas por el Evangelio estén en sillas de autoridad o influyendo sobre ellas. Ya no podemos seguir ausentes de la administración de la ciudad, la nación viendo como la destrucción moral se cierne por incomparecencia de los justos.














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