La pandemia ha dejado al descubierto una serie de debilidades políticas, institucionales, económicas, emocionales pero también mucha endeblez de las corresponsabilidades personales que en gran medida hemos estado descuidando. Y nos fue mal.
En varios frentes del quehacer social, familiar y personal nos topamos con cuestiones no resueltas o más bien desatendidas. Así en la salud pública y en la salud personal. Ha quedado claro que los más fuertes y sanos, sobrellevaron el contagio exitosamente pero quienes tenían enfermedades de base, mostraron y siguen mostrando escasa resistencia.
Y entonces las críticas, los ataques se dirigieron a la falta de cuidados intensivos «¿Cómo es que no previeron a tiempo suficientes camas de terapia intensiva?, ¿Qué tipo de gente está en el gobierno?»
¿SE REDUJO EL TABAQUISMO? ¿SE TRATÓ MEJOR LA DIABETES?
Lo que los meses de pandemia nos demuestran es que las preguntas debieron dirigirse primero hacia el interior de cada uno, del tipo «¿Si yo sabía que era hipertenso (diabético o fumador, etc.), por qué dejé pasar tanto tiempo para tratar adecuadamente ese problema personal y estar en mejores condiciones?»
Convengamos que no todo ha sido imprevisión del gobierno. Muchos hemos vivido desatentos al cuidado de sus propios cuerpos. Y cuando las primeras informaciones advirtieron que la comorbilidad era elevada, vale decir las complicaciones sanitarias en personas con hipertensión, obesidad, diabetes, tabaquismo, inmunodeprimidos, etc., expertos en nutrición reconocieron y lo reafirman hoy que casi nadie tomó medidas para atenuar el impacto del mal y no cambiaron sus hábitos de vida cuando el sentido común obligaba a dar giros categóricos.
No se puede ignorar que hubo errores culpables en el manejo de la política sanitaria y a propósito el Dr. Atilio Farina de “Médicos por la Verdad”, manifestó su sorpresa de que en todo este tiempo de pandemia, pareció que la política fuera vaciar los consultorios y atiborrar de gente las unidades de terapia intensiva, cuando en consultorio pudo haberse aminorado la estadística luctuosa ya sea por mejor tratamiento de las enfermedades de base o por fortalecimiento del sistema inmunológico de las personas.
En tal caso, las UTI no hubieran sufrido el colapso que se repitió en varios pasajes del ataque virósico.
Algunos hombres y mujeres sabios, conscientes de su vulnerabilidad, tomaron precauciones pero fueron una absoluta minoría. La mayoría renunció a responsabilizarse de sus debilidades exigiendo fortalezas supletorias en el gobierno.
Las Sagradas Escrituras muestran a un Dios atento a nuestros descuidos por lo que nos manda:
«En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios».
(1 Corintios 10:31)
Queda claro que ni los desbordes alimenticios ni las borracheras dan gloria al Señor que nos quiere moderados, prudentes, sabios, comedidos en los distintos aspectos de nuestra existencia. Nos quiere irreprensibles, irreprochables, sanos, santos, vale decir apartados de lo incorrecto y está escrito:
“Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
(1 Tesalonicenses 5:23)
El apóstol pablo nos advierte que vivimos una carrera de premiación eterna que nos obliga a ser cuidadosos con lo que consumimos para alimentar el cuerpo, para alimentar el alma y para alimentar el espíritu. En lo corporal llega a decir «castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros».
No quiere ser como el experto en nutrición obeso que exhorta a su paciente a bajar de peso. Rehúsa a ser como los médicos fumadores empedernidos que recetan a sus pacientes «dejar de fumar», en ambos casos a fin de fortalecer la resistencia al bicho.
Admitimos que pertenece a nuestra humana imperfección, dejar de lado nuestro propio cuidado, nuestras responsabilidades y exigir a los demás que se ocupen de nosotros. Es como decir «pago mis impuestos para que manteniendo invariable mi problemático sobrepeso, el gobierno se ocupe de evitarme todos los males causados por mis descuidos».
Nos gusta ser cómodos, frescos, desatentos hacia nuestro propio autocontrol y el plagueo contra el gobierno, en buena medida también es una trasferencia de responsabilidad individual que no conduce, sino que a una gran decepción.
Por: Carlos Rodríguez. Conductor del Programa: Camino Libre emitido por RCC TV y RCC Radio














Dejá tu comentario