Lo destacable del personaje es su forma de abordar el liderazgo. No es el típico jefe — ni médico de la TV— que todo lo sabe, y que todo lo resuelve en un abrir y cerrar de ojos. No. Él consulta, invita y acoge, involucra y desafía. Y sirve a los demás.
Su pregunta “¿Cómo puedo ayudar?” abre espacios inexplorados para que sus dirigidos crezcan y, como él, lleguen a servir más y mejor.
En un mundo en que todos creen tener la respuesta para todo, parece un poco ingenuo preguntar “¿Cómo puedo ayudar?”. Pero, ¿no sería interesante aplicar esta fórmula en nuestro llamado a servir a los demás, especialmente en un tiempo de gran necesidad como este?
En la iglesia local, por ejemplo, sería interesante ver qué pasaría si el liderazgo se lo preguntara en función del desarrollo y crecimiento de los miembros, en sus formas de servir y alcanzar a su comunidad con el Evangelio, en su estilo de ser iglesia hoy, de adorar, proclamar y enseñar. ¿Cómo puedo ayudar?
En el hogar, si cada uno de los integrantes de la familia lo hiciera, es muy probable que se produjeran notables cambios. En las relaciones interpersonales, también.
De hecho, los cristianos somos llamados a servir y ayudar a los demás, tanto dentro como fuera de la iglesia. Romanos 15.2 dice: “Todos debemos apoyar a los demás, y buscar su bien. Así los ayudaremos a confiar más en Dios” (TLA). Por otro lado, Hebreos 13.16 dice: “No se olviden de hacer bien ni de la ayuda mutua, porque éstos son los sacrificios que agradan a Dios” (RVC).
Pero también vemos que el de ayuda, es uno de los dones espirituales mencionados en la lista de 1 Corintios 12: “…después, los que sanan, los que ayudan, los que administran…” (v28).
Queda claro, entonces, que todos somos llamados a ayudar mientras que algunos tienen un don especial para hacerlo. Todos necesitamos ayuda, y todos debemos brindarla.
Hoy la ayuda práctica a los que sufren y padecen necesidades habla muy fuerte y valida nuestra predicación. Es una forma inigualable de dar testimonio de Cristo y Sus virtudes, de sembrar fe, de escribir historias para la eternidad, de hacer real el abrazo del Padre a tantos pródigos.
Preguntemos cada día: “Señor, ¿cómo puedo ayudar?”, y acerquémonos a los demás, creyentes o no, con esta misma actitud de humildad, amor y servicio.
Dios nos sorprenderá.
Escrito por Pablo Sánchez es Coordinador de Comunicaciones y Pr. de los Ministerios Infantiles de Jesús Responde al Mundo de Hoy














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