¿Cómo es que sólo mueren mujeres y varones?

La pandemia ha dejado al descubierto la falsedad de la ideología de género y el pensamiento “políticamente correcto" según lo expone en el siguiente artículo el periodista Carlos Alberto Rodríguez.

La información estadística se ha venido actualizando con frecuencia y señalando que entre las víctimas del Covid-19, tal es el porcentaje de varones y tal el de mujeres. Siempre los números que se dan, corresponden a dos escalas: masculina y femenina. No más.

Y a propósito de ello, en estos días en Twitter apareció un libre pensador preguntando ¿Cómo es que no mueren los «bigender» los «transgender», los «género fluido», «intergénero» y las otras 112 variaciones de comportamiento de su vida sexual?

No. El coronavirus sólo ataca a varones y mujeres, concluía el chistoso twitteriano, añadiendo que evidentemente «el bicho» promueve la ideología de género porque claramente para escapar del contagio habría que romper la creación (“varón y hembra fuimos creados”)

El abordaje deja al desnudo la hipocresía, la falsedad. La falta de sensatez en los organismos internacionales que promueven la inclusión de más de 100 géneros al entramado legal y la cultura de las naciones y tratan de tomar el control de la educación primaria para confundir a los niños, queda al descubierto. Sólo existen dos sexos y lo demás es ideología.

Decía alguien que respondió al twittero que la biología es el muro que no puede atravesar la ideología y podemos decir que tampoco puede atravesar el muro informativo de las estadísticas mortuorias que seguirá teniendo sólo dos columnas: Masculino y Femenino.

Para confundir a la gente, estudiosos de la sociología y el lenguaje plantearon el embuste de lo «políticamente correcto». Es parte de un engaño cómplice que trata incluso de encubrir el crimen como cuando al aborto que es el asesinato de un inocente, le llaman «interrupción voluntaria del embarazo».

MANIPULAR PARA DOMINAR

Y luego, el lenguaje «políticamente correcto» se va convirtiendo en arma de dominación. Quien decide llamar a las cosas por su nombre es señalado con el dedo acusador por ser un «intolerante» y los medios se han llenado de periodistas genuflexos que agachan la cabeza ante los poderes que les mandan subordinarse.

Finalmente se usa la herramienta de los «políticamente correcto» para comunicar exactamente lo contrario de lo que se dice y la sociedad cada día pierde el número de gente que resistía al engaño y se somete a la fuerza enemiga que desvirtúa la realidad mediante la tergiversación del lenguaje.

Tal vez sea entendible que los medios se plieguen a esa onda porque hoy ejercen un periodismo prostituido y al prostituto o la prostituta -gente que esclaviza su cuerpo y se somete al capricho de clientes por dinero- aunque vivan de un modo humillante, vejatorio, deshonroso, indigno y deprimente, ese periodismo le llama «trabajador o trabajadora del sexo».

De ese modo la degradación humana, el acto denigrante se convierte en «trabajo». Luego es cuestión de tratar de enaltecer la bajeza destacando que «el trabajo dignifica al ser humano». Se concreta de ese modo la manipulación grotesca del lenguaje para engañar, para estafar y justificar esquemas de expresión «políticamente correctos» pero moralmente fallidos.

Pero para profundizar en el esquema necio y cobarde se toma en consideración otra expresión popular: «el trabajo da salud» y entonces se cierra el concepto y se le da a la prostitución un valor sanitario. Es la locura del mundo, pero los cristianos, si bien estamos en el mundo, no somos de ahí. Reconocemos que apenas somos peregrinos y extranjeros en la Tierra y vivimos apartados de la oscuridad y estulticia.

¿POLITICAMENTE CORRECTO O POLITICOS CORRECTOS?

Más que lo «políticamente correcto» el Paraguay necesita de políticos correctos. Administradores honestos de la cosa pública, defensores de reglas de juego equitativas para todos y no elaboradas a la medida de sus amigos y compañeros de latrocinio. Precisamos de políticos que fomenten la sana competencia para que triunfen los más capaces, los más inteligentes, los más creativos y no los más tramposos.

Vemos sin embargo que los políticos también se escudan en lo «políticamente correcto» por lo que van aprobando legislaciones que castigan a los que llaman a las cosas por su nombre. Todo porque muchos de ellos son simplemente ladrones, pero en el peor de los casos, aceptarían que les llamen «amigo de lo ajeno» porque es un poco más «políticamente correcto».

Si consideramos que «Paraguay es el país de los amigos» entramos en un berenjenal que lo trataremos de desentrañar en otro artículo.

Por: Carlos Rodríguez. Conductor del Programa: Camino Libre emitido por RCC TV y RCC Radio

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