El gobierno nacional ha reconocido por Ley a la Asociación de Cooperación Escolar (ACE) como un organismo de cogestión, colaboración y apoyo en escuelas y colegios públicos y privados de nuestro país. Tales organizaciones son las que históricamente han sido conformadas por padres de los alumnos o tutores y han estado cerca de las direcciones y el magisterio en lo que atañe a infraestructura y equipamiento. También alguna participación en cuestiones educativas.
La Ley N°4.853 le ha dado un poco más de participación a la comisión cooperadora aunque con una perspectiva de género bajo terminología consabida de «inclusión», «equidad de género», «no discriminación» y demás.
El Estado le da participación a la ACE con vistas al mejoramiento de la calidad de la educación y este es un principio que los padres deben hacer valer porque sale de lo meramente edilicio (Art. 5°) para tener acceso a contenidos. Si se habla de la calidad de la educación, se ingresa a lo curricular.
PRIMERA ADVERTENCIA
La experiencia ha demostrado que los directores de instituciones educativas, las autoridades académicas y administrativas de las escuelas y colegios, lo que menos quieren es que los padres metan sus narices en su gestión y de ese modo, han venido utilizando su influencia para que en la conformación de las ACEs, vayan sus «amigos», «parientes», «correligionarios» y la sarta de acomodados que forman parte de esa categoría que solemos describir bajo el pícaro concepto del «país de los amigos». Ustedes entienden.
Así, las autoridades ciertamente guardan la legalidad de la conformación de las ACEs, mas no la legitimidad. Esto ES, incorporar valores morales que tienen que ver con la genuina representatividad de modo que efectivamente la organización no termine siendo un remedo, una parodia sino que un conjunto que está en condiciones de cumplir con autenticidad su cometido.
Como las ACEs -por Ley- tienen acceso a la información sobre el uso de fondos que llegan a la escuela o colegio y el propósito es que de algún modo ejerzan de contralores del correcto manejo del dinero público, la no legitimidad, abre el enorme riesgo de corrupción pues todo se maneja «entre cuates y ahí todos nos amamos».
El otro aspecto indiscutiblemente trascendente es que si las ACEs están para «contribuir al desarrollo y mejoramiento de la calidad de la educación» (Art. 5° de la Ley 4.853) pueden detectar filtraciones de contenidos perversos para la educación de los niños.
Esto es muy importante de no dejar pasar en estos tiempos en los que poderes ocultos y no tan ocultos tienen entre ceja y ceja tomar el control de la malla curricular para inocular ideologías inmorales (vinculadas al aborto, la masturbación de niños, el «conocimiento del cuerpo humano» con toqueteos y la desnudez de alumnos, etc.), tal como ya ocurre en la Argentina por ejemplo.
Esto implica que los padres deben estar alertas para no ser engañados y aceptar ingenuamente la conformación de ACEs adulteradas. El costo que se pagará es tan elevado como que sus hijos asistan a enseñanzas en las que se les insta a decidir si quieren ser nenes o nenas independientemente de su biología natural.
Lo ideal es que una Comisión de Cooperación tenga una representación legítima de modo que sean cuidados todos los aspectos. Estamos hablando de cuestiones primordiales y si como padres que frecuentemente somos marginados para el análisis de asuntos de interés, no tomamos con seriedad nuestro rol y no nos involucramos, seguirán avasallando nuestra patria potestad, nuestros derechos, nuestra autoridad.
En el contexto actual existen escuelas y colegios que se resisten a trabajar con ACEs pero hay que hacer valer la Ley, hay que tomar el reto de participar. Es preciso que en este tiempo en que poderes foráneos están empezando a gobernarnos en base a propósitos malignos, seamos un muro de contención y la Ley nos da una rendija para ejercer ese poder.
Los padres tenemos que actuar de modo que la Asociación de Cooperación Escolar de la institución a la que van nuestros hijos, no sea un mero conciliábulo, una camarilla de amigotes más predispuestos para la parranda corrupta que para poner ojo a fin de que la gestión marche por los canales adecuados.
¿Saben los padres si los presidentes de ACEs los representan efectivamente o son meros instrumentos absorbidos por el poder y no contralores del mismo? El enemigo está ocupando espacios que nosotros les entregamos y así, sobre nuestra ingenuidad levantan sus planes siniestros porque no hemos sabido ocupar y defender nuestros espacios.














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