1 Al día siguiente, se celebró una boda en la aldea de Caná de Galilea. La madre de Jesús estaba presente, 2 y también fueron invitados a la fiesta Jesús y sus discípulos. 3 Durante la celebración, se acabó el vino, entonces la madre de Jesús le dijo: —Se quedaron sin vino. 4 —Apreciada mujer, ese no es nuestro problema —respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi momento. 5 Sin embargo, su madre les dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga». 6 Cerca de allí había seis tinajas de piedra, que se usaban para el lavado ceremonial de los judíos. Cada tinaja tenía una capacidad de entre setenta y cinco a ciento trece litros. 7 Jesús les dijo a los sirvientes: «Llenen las tinajas con agua». Una vez que las tinajas estuvieron llenas, 8 les dijo: «Ahora saquen un poco y llévenselo al maestro de ceremonias». Así que los sirvientes siguieron sus indicaciones. 9 Cuando el maestro de ceremonias probó el agua que ahora era vino, sin saber de dónde provenía (aunque, por supuesto, los sirvientes sí lo sabían), mandó a llamar al novio. 10 «Un anfitrión siempre sirve el mejor vino primero —le dijo—, y una vez que todos han bebido bastante, comienza a ofrecer el vino más barato. ¡Pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora!». 11 Esta señal milagrosa en Caná de Galilea marcó la primera vez que Jesús reveló su gloria. Y sus discípulos creyeron en él. Juan 2:1-11 (NTV)
En la antigua cultura de los judíos en el tiempo de Jesús, las bodas en el medio oriente iniciaban en la casa de los padres de la novia, para luego el novio pasar a buscar a la novia y llevarla hasta casa de sus padres. El festejo de la boda se conformaba entre cantos, baile, comida y el vino. La fiesta duraba 7 días aproximadamente, según el poder económico de las familias.
Ningún acontecimiento familiar mueve tanto el corazón de la gente, como una boda. Son familias enteras que se unen para la creación de una nueva familia, la alegría es y tiene que ser grande en todas las épocas y en todos los continentes.
En aquellas bodas, la falta de vino traía vergüenza a la familia. Pocos notaron la situación, pero en realidad, era un problema muy serio y latente, la madre de Jesús notó el problema, por lo que se acercó a él y se lo contó.
El milagro que observamos a Jesús hacer, es la clase de milagro que ocurre cuando casi nadie se da cuenta, pero que todos terminan disfrutando del resultado. Un milagro similar, por ejemplo: es el que hoy despertaste, de que tienes salud, de que tienes algo que comer, de que no estás solo… Hay muchos milagros ocurriendo a tu alrededor, pero a veces no lo puedes notar. Te animo a que abras los ojos y puedas observar como Cristo está obrando a tu favor.
La fiesta continuó, incluso mejor que antes, sin que la mayoría sepa que fue gracias a la intervención milagrosa de Jesús, evitando la vergüenza y la tristeza. La gente ni se percató del milagro, pero todos pudieron después saborearlo, saborear el milagro de la gloria de Dios, de la vida y de la alegría.
Así como los novios se habían quedado sin vino… Todo cambia si invitas a Jesús a tu casa… si invitas a Jesús a tu boda. La boda representa el inicio de una nueva etapa, donde ya no estarás más solo. Puede faltar vino, pero lo que no debe faltar es la presencia de Jesús.
¡No hay vino, pero vino Jesús! lo invitamos y Él es el creador de los viñedos, el hacedor de milagros, el poderoso Dios hecho hombre, ¡el camino la verdad y la vida! Invita hoy a Jesús a tu vida. Reconoce los milagros cotidianos, que a diario Jesús realiza a tu favor, y agradece. Recuerda, este recién es el principio de milagros… Hay muchos más para los que dicen a Jesús: ¡quédate en casa, yo haré todo lo que me pidas! ¡No te pierdas el próximo articulo!
Que Dios te bendiga, te saluda Omar Parma, pastor principal de la Iglesia Raíces Hermanos Menonitas. omar.parma@hotmail.com














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