El ministro aclaró que el Gobierno no pretende prohibir la tecnología en las aulas, sino ordenar su uso y garantizar que esté orientado exclusivamente a fines pedagógicos. “Cualquier elemento electrónico que sirva para aprender es bienvenido”, afirmó, recordando que el MEC impulsa programas como Jóvenes Conectados, que ya alcanzó a más de 30.000 estudiantes con cursos de alta calidad, además de proyectos para conectar a 500 escuelas en zonas remotas del país.
Sin embargo, remarcó que el problema surge cuando los celulares son usados como distractores, herramientas para actividades sociales durante el horario escolar o incluso como vehículos de violencia digital. “Debemos destacar el exceso de ciberbullying y acoso escolar que existe hoy en los medios digitales”, señaló.
UNA CRISIS EMOCIONAL NUNCA VISTA
El ministro alertó que el sistema educativo enfrenta un desafío urgente: proteger la salud mental de los estudiantes. “La tecnología no puede llevar por delante a nuestros chicos”, expresó.
Advirtió que el país —y el mundo— ya están experimentando un aumento inédito de casos de depresión infantil y juvenil, un fenómeno que calificó como la próxima gran pandemia. “La cantidad de depresión infantil que existe hoy nunca se vio en la historia”, afirmó.
Según explicó, esta situación está vinculada, entre otros factores, al aislamiento digital, en el cual muchos niños y adolescentes se “ensimisman” en sus teléfonos, consumen solo contenido que refuerza sus gustos personales y se relacionan únicamente con quienes comparten sus mismos intereses. Al salir al mundo real, se encuentran con una realidad muy distinta y más desafiante, lo que incrementa la ansiedad y el desconcierto.
“ES TIEMPO DE VOLVER A PONER LA PEDAGOGÍA EN EL CENTRO”
El ministro insistió en que la regulación del uso de celulares no busca limitar la tecnología, sino educar para su uso responsable. Aseguró que cuando una docente utiliza una tablet, computadora o celular para una clase de ciencias o cualquier otra materia, de forma guiada y con un propósito académico, “siempre será bienvenido”.
La clave —dijo— es impedir que los dispositivos sustituyan la interacción humana necesaria para el desarrollo social y emocional. “¿Qué tipo de sociedad, qué tipo de niño, qué tipo de adolescente estamos educando?”, se preguntó.
Finalmente, subrayó que esta política es una oportunidad para reforzar el rol de los docentes y devolver la centralidad a los procesos de aprendizaje: “Esta es una oportunidad para educar, para poner la pedagogía en el centro”.














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