Así lo explicó el economista Amílcar Ferreira, en entrevista con RCC Radio, al analizar el impacto de la reciente calificación otorgada por Standard & Poor’s, que se suma a la ya concedida en 2024 por Moody’s. Con ello, Paraguay cumple una regla no escrita pero ampliamente respetada en los mercados financieros: contar con al menos dos de las tres grandes calificadoras internacionales —Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch— otorgando el estatus de Grado de Inversión.
Las calificadoras de riesgo evalúan a los países en una escala que mide la probabilidad de incumplimiento de pagos, la solidez macroeconómica, la estabilidad fiscal y la seguridad jurídica. En esa escala, las calificaciones bajas corresponden a inversiones especulativas y de alto riesgo, mientras que el Grado de Inversión identifica a países seguros y confiables.
Según Ferreira, de los 193 países reconocidos por la ONU, apenas alrededor de 63 cuentan con Grado de Inversión. “Entrar a ese grupo es ingresar a un club muy reducido”, subrayó.
La diferencia no es menor: el 80% de la inversión extranjera directa mundial se dirige exclusivamente a países con Grado de Inversión, mientras que el restante 20% se reparte entre economías consideradas de mayor riesgo. Hasta ahora, Paraguay competía por esa porción menor; desde hoy, accede al mercado grande de capitales globales.
POR QUÉ PUEDEN COMENZAR A LLEGAR LAS INVERSIONES
El economista explicó que los grandes fondos internacionales buscan dos cosas: rentabilidad y diversificación. Como hay pocos países con Grado de Inversión, cuando uno nuevo se suma, se genera un fuerte interés por incluirlo en los portafolios.
“Paraguay es una economía pequeña. Con que apenas el 1% de esos fondos quiera tener exposición al país, para nosotros eso puede significar un verdadero aluvión de inversiones”, señaló.
El proceso, no obstante, será gradual. En una primera etapa, el impacto se sentirá en el sistema financiero, con mayor fondeo internacional a los bancos locales, más crédito disponible, tasas de interés más bajas y plazos más largos. En una segunda fase, los capitales comenzarán a ingresar a la bolsa de valores, y recién en el mediano y largo plazo se concretarán las grandes inversiones directas en proyectos productivos e industriales.
UN SALTO DE ESCALA PARA LA ECONOMÍA
Hasta ahora, Paraguay atraía mayormente inversiones pequeñas y medianas. Con el Grado de Inversión, el país queda habilitado para recibir proyectos de gran escala, incluso superiores a los mil millones de dólares, con capacidad real de transformar la economía, generar empleo de calidad y crear nuevos sectores productivos.
Ferreira recordó que, en la última década, Paraguay recibió en promedio 300 millones de dólares anuales de inversión extranjera directa, mientras que Uruguay —con Grado de Inversión— promedió 3.000 millones de dólares por año. “La diferencia es de diez a uno”, remarcó.
Un mayor flujo de inversiones permitiría financiar infraestructura, fortalecer al sector privado, industrializar materias primas y aumentar exportaciones con mayor valor agregado.
LOS DESAFÍOS PARA SOSTENER EL GRADO DE INVERSIÓN
El Grado de Inversión no es solo un logro, sino también una responsabilidad. A partir de ahora, Paraguay estará bajo un mayor escrutinio internacional, y deberá demostrar que puede sostener en el tiempo la confianza obtenida.
Las propias calificadoras destacaron el orden macroeconómico y la responsabilidad fiscal del país, pero también advirtieron sobre una debilidad clave: el sistema de justicia.
“La principal tarea pendiente es fortalecer la institucionalidad, especialmente el Poder Judicial y la Fiscalía”, explicó Ferreira. La independencia judicial, la previsibilidad y la seguridad jurídica son factores decisivos para que los grandes inversores se animen a comprometer capitales a largo plazo.
“Si alguien va a invertir mil millones de dólares en un país, necesita la certeza de que, ante un conflicto, la justicia será independiente y no estará condicionada por intereses políticos”, advirtió.
Además, mencionó otros desafíos estructurales, como la necesidad de anticiparse a una futura crisis energética y de coordinar políticas entre los poderes del Estado para no poner en riesgo los avances logrados.
UN PROCESO DE MÁS DE 20 AÑOS: LA CARRERA DE RELEVO
Uno de los puntos más destacados del análisis fue la aclaración de que el Grado de Inversión no es el resultado de un solo gobierno, sino de una política de Estado sostenida durante más de dos décadas.
Desde 2003, Paraguay inició un camino de disciplina fiscal, equilibrio macroeconómico y prudencia en el manejo de las finanzas públicas. En ese período, el país pasó de una calificación muy baja a alcanzar finalmente el Grado de Inversión.
“Esto es una verdadera carrera de relevo”, afirmó Ferreira. “Varios gobiernos, ministros de Hacienda y equipos técnicos fueron pasando la posta. El actual gobierno recibe la medalla, pero sería injusto atribuirle el mérito en exclusividad”.
Hoy, ese consenso en torno a la estabilidad macroeconómica se ha convertido en un activo de la sociedad paraguaya, ampliamente valorado y difícil de revertir.
BENEFICIOS PARA LA CIUDADANÍA
Finalmente, el economista subrayó que el Grado de Inversión no es un logro abstracto ni exclusivo de los mercados financieros. “Esto va a beneficiar a los ciudadanos comunes”, afirmó.
Más inversiones significan más empleo, mayor actividad económica, oportunidades para emprendedores y proveedores locales, y un crecimiento más alto y sostenido. Según las proyecciones, Paraguay podría dejar atrás el crecimiento promedio del 4% anual y avanzar hacia un 6% sostenido, impulsado por la inversión. “El potencial está ahí. Depende de nosotros convertirlo en realidad”, concluyó.














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