El citado informe de la UIP advierte que Paraguay atraviesa un escenario crítico en materia de capacidad energética y que, de no implementarse “medidas oportunas”, el país podría enfrentar, a partir del 2030, un “escenario alarmante” que se puede caracterizar por apagones frecuentes, restricciones en la capacidad productiva y una significativa pérdida de competitividad económica.
“Definitivamente hay opciones, pero el problema es el plazo”, alerta el economista Julio Fernández. Destacó que, en efecto, muchas de las alternativas energéticas requieren años para materializarse. Dijo que las grandes hidroeléctricas (ITAIPU y Yacyretá), que han sido la “columna vertebral” del sistema energético paraguayo, están condicionadas por Argentina, que por ley ha prohibido construir nuevas represas en el río Paraná. Además, construir nuevas represas en territorio nacional o binacional puede tardar décadas, un tiempo que el país no tiene.
Señaló que, frente a esto, muchos miran con esperanza las energías renovables, como por ejemplo, la solar, que se presenta como una opción popular. Sin embargo, Fernández advierte: “La solar es intermitente y tiene problemas en días nublados. Funciona bien si se le agregan baterías, pero estas cuadruplican los costos”.

Añadió que, a su vez, la energía eólica (molinos de viento) enfrenta una falta de estudios y mediciones que impiden su aprovechamiento inmediato. Citó que también están las pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH), pero por ahora “solo en los papeles”, y de todas manas no aportarían suficiente energía para cubrir la demanda nacional.
La energía nuclear también entra en la discusión, pero Fernández la descarta para el corto y mediano plazo, bajo el argumento de que su implementación llevaría más de una década, y requiere inversiones multimillonarias, además de un complejo marco regulatorio y social.

LA ALTERNATIVA MÁS VIABLE
En medio de este panorama, el economista plantea una alternativa que podría marcar un giro estratégico para el Paraguay: el gas natural. “Una opción que se debe abordar como negocio para el país es el gasoducto que viene de Vaca Muerta (Argentina), junto con una termoeléctrica a gas en el Chaco paraguayo. El excedente podría venderse a Brasil y también permitiría atraer industrias como la de fertilizantes, lo que tendría un alto impacto para Paraguay”, sostiene.
Fernández también menciona la posibilidad de explotar gas de propiedad paraguaya, cuya abundancia en la Región Occidental ha sido señalada por expertos locales del sector energético. Aunque aún hay incertidumbre sobre las reservas y su viabilidad comercial, esta alternativa merece atención como posible solución a mediano plazo.

La conclusión es clara: No existe una solución mágica ni única. Paraguay debe apostar por una estrategia energética diversificada que combine energías renovables, desarrollo del gas natural, optimización de recursos hidroeléctricos existentes y políticas de eficiencia energética. Y, sobre todo, debe actuar con urgencia. “Todas las opciones deben abordarse, pero nuestro problema es en el corto plazo (cinco años)”, advierte de vuelta Julio Fernández.
La prevención de un apagón no depende solo de la tecnología, sino de decisiones políticas (poderes del Estado), planificación estratégica y visión de largo plazo. ¡El reloj ya está corriendo!














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