Mónaco es un microestado de apenas 38.000 habitantes, con una economía dominada por servicios financieros, turismo de lujo y tecnología de nicho. No pertenece a la Unión Europea y su influencia económica, si bien sofisticada, está muy lejos del peso inversor de gigantes como Alemania, Francia o España.
Aun así, el Gobierno paraguayo apuesta por este acercamiento: empresarios monegascos de sectores como biotecnología, agroindustria, logística y turismo participaron en reuniones con más de 80 líderes paraguayos, explorando oportunidades de cooperación. La visita se desarrolló con una intensa agenda institucional, que incluyó un foro en Mburuvicha Róga y encuentros con la Unión Industrial Paraguaya.
El ministro Javier Giménez defendió la estrategia: “Salimos a contarle al mundo sobre Paraguay, y hoy ya se conoce nuestro nombre”. No obstante, analistas se preguntan si estas misiones —llamativas desde el punto de vista diplomático— serán capaces de traducirse en inversiones concretas, especialmente en un país que reclama mayor industrialización y participación europea de escala.
Las interrogantes quedan abiertas: ¿Será Mónaco la puerta de entrada para que capitales europeos de alto nivel miren hacia Paraguay? ¿O se trata de un paso más en una diplomacia económica que tendrá que buscar demostrar resultados tangibles?
Por ahora, el acercamiento solo busca consolidar una «relación amistosa» y crea débiles expectativas. No obstante, el desafío será que no quede solo en gestos ceremoniales, sino que se transforme en proyectos productivos y empleo real para el Paraguay.














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