“Gatito” recordó que en el 2020 sufrió una grave lesión en la rodilla, que lo mantuvo un año y siete meses fuera de las canchas, sin poder entrenar, ni jugar. “Andaba con muletas, y fue el momento en que dije que era el fin de mi carrera. Tenía que volver a jugar en el 2021, y por tantas inyecciones que me aplicaron, tuve un problema en la nalga, lo cual derivó a otra cirugía”, dijo.
Rememoró que fueron cosas que le iban sucediendo y no veía “la luz al final del túnel”. No obstante, afirmó que en el 2022 volvió a jugar, pero “con muchísimo dolor” que no aguantaba, lo que de vuelta lo llevó a tomar “muchísimos remedios”. “Para los entrenamientos yo llegaba a las 8 de la mañana y ya entraba en fisioterapia, solamente para poder entrenar, pero ya no lo hacía con alegría”, aseguró.
Recordó que en aquel tiempo siempre participaba de una reunión de célula antes de los partidos, y que en el club (Botafogo) había dos guardias evangélicos que llevaban la Palabra de Dios, “y me acuerdo muy bien el versículo por el cual Dios me habló claramente, diciéndome que lo mejor de mi vida estaba por venir”.
Agregó que el Espíritu Santo le tocó su corazón, y tras la reunión se fue a su pieza, se arrodilló y comenzó a llorar, a orar y a agradecerle a Dios, porque sabía que él le podía curar en un momento. “Pero también sabía que estaba trabajando en mi corazón, que fue un proceso de dos o tres meses, más o menos”, comentó.
Acotó que seguía jugando los partidos con mucho dolor, hasta que en uno de ellos sintió un ruido muy fuerte en la rodilla, lo que al día siguiente lo llevó al hospital con su esposa, y se resignaba diciendo: “que sea lo que Dios quiera”. “Me hicieron la resonancia (magnética) y no tenía nada en la rodilla, y gracias a Dios sigo jugando hasta ahora”, destacó.














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