Los primeros 30 minutos del partido fueron de total estudio, con dos equipos que priorizaron el orden y la mesura. Pasando los 34 del primer tiempo la Roma encontró la llave para abrir el marcador cuando Mancini le puso un gran pase filtrad a Paulo Dybala, quien en mano a mano con el portero, definió muy bien para hacer explotar las gargantas de los miles de italianos en Budapest.
En la etapa complementaria Sevilla se fue al frente desde los primeros minutos y el empate lo consiguió a los 9 del segundo tiempo tras un buen centro de Jesús Navas y un error garrafal de Mancini, quien en un intento de despejar, sólo fusiló a su portero para el 1-1.
Posteriormente, el partido se volvió muy cerrado y peleado desde ese momento, aunque Abraham tuvo el gol del título en una serie de rebotes dentro del área. Luego, se registró una aproximación en el área de la Roma por parte de Lucas Ocampos, éste cayó y el árbitro sancionó penal, pero el VAR le mostró que el zaguero italiano tocó la pelota antes de derribar al mediocampista del Sevilla y se anuló la decisión.
La gran polémica del partido llegó sobre el minuto 81 cuando la Roma reclamó lo que parecía un claro penal por una mano clara de Fernando, pero que el árbitro dejó correr, no quiso revisar y confió plenamente en lo que el VAR le dictó.
El juego se prolongó hasta los tiempos extra, no obstante, el trámite estaba hecho, ni Roma ni Sevilla arriesgaban demasiado y de a poco se fue diluyendo el tiempo hasta que llegó la tanda de penales en la que se definió todo sobre el límite.
Como en el Mundial Qatar 2022, Gonzalo Montiel fue el encargado de anotar el gol con el que el Sevilla definió la tanda, no sin angustia, pues el portero de la Roma ya había atajado el penal, pero el árbitro lo repitió por haberse adelantado.