La celebración de Halloween en El Salvador vivió su auge durante las décadas de los 80 y 90, cuando se convirtió en un evento popular entre las familias salvadoreñas, con niños disfrazados pidiendo dulces y vitrinas decoradas con motivos de brujas y fantasmas. Sin embargo, con el paso de los años, la Iglesia Evangélica asumió un rol activo en desalentar esta tradición, señalando los peligros espirituales y morales de dicha celebración. A través de la organización de actividades alternativas, como la Hallelujah Night, los líderes religiosos promovieron una visión basada en valores cristianos.
El Centro Internacional de Alabanza fue una de las primeras iglesias en organizar la Hallelujah Night el 31 de octubre, con conciertos y predicaciones dirigidas a la juventud, generando conciencia sobre los peligros que percibían en Halloween. La iniciativa también incluyó visitas a medios de comunicación, donde pastores compartían el mensaje de que Halloween, aunque pareciera inofensivo, no era acorde a los valores cristianos.
El esfuerzo alcanzó un punto importante en 2013, cuando, a través de un decreto legislativo, el 31 de octubre fue declarado el «Día Nacional de la Iglesia Evangélica Salvadoreña», reconociendo la importancia de esta comunidad en el país y visibilizando sus valores. Esta declaración destacó el papel de la Iglesia en la orientación de jóvenes y adultos para evitar Halloween y su mensaje de resistencia ante la comercialización cultural proveniente de Estados Unidos.
Actualmente, Halloween ha perdido relevancia en El Salvador, con muy pocos lugares celebrando la noche del 31 de octubre. El pastor Edgar López Bertrán reflexiona: «Los principios no son negociables y la celebración del Halloween no es algo que agrada a Dios».
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