El pasado martes 25 de abril, se daba el deceso junto al Padre Celestial de una persona cuya vida es admirada por la sociedad al haber estado tantos años al servicio de los demás, todo por su destacada entrega en la medicina, dirigiendo hospitales, salvando vidas.
Rudolf Dyck, un nombre que perdurará en los recuerdos de las colonias del Chaco, por dónde sentó sus bases junto a su esposa Erika Dyck por medio del ámbito sanitario, impregnando sus conocimientos adoptados también durante sus recorridos en varios países, profesionalizándose sin límite para venir a dar lo mejor a los centros asistenciales de las localidades chaqueñas, que por mucho tiempo percibieron su calidez y virtud.
Rudolf Dyck, de reputación intachable selló así también, la carrera de muchos quienes con vocación eligieron servir a la población, mediante capacitaciones a enfermeros/as.
De esta forma, Rudolf Dyck, plasmó una importante reseña en el ámbito sanitario tanto de la Colonia Fernheim como de la Colonia Neuland y Menno, las que hoy lo homenajean por toda la loable carrera de este destacado ciudadano.
En honor a todo lo que contribuyó a las Colonias, le rindieron tributo de la siguiente manera:
https://youtube.com/live/CQNg3AFI2lI
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Más sobre su historia de vida:
Rudolf Dyck nació el 19 de mayo de 1932 como tercer hijo de Wilhelm Dyck y Katharina Neufeld de Dyck, nacido en la Colonia nº 13 de Fernheim. Este pueblo hoy en día ya no existe.
Cuando Rudolf tenía 3 semanas de edad, la familia se trasladó a Concepción, donde vivieron durante aproximadamente unos 7 años en la aldea de Neu-Hoffnung.
Al igual que los demás colonos menonitas que se mudaron a ese lugar, la familia Dyck regresó al Chaco y se establecieron solos en la zona del actual pueblo de Eigenheim en Menno; entonces llamado Wilhelmskamp.
Debido a la lejanía de la granja, Rudolf se alojaba con otras familias durante su período escolar, pero durante las vacaciones se le permitía reunirse con su familia en la granja, a unos 100 km de distancia, donde disfrutaba mucho de su hogar.
Sin embargo, también recordaba con cariño a las familias con las que se había hospedado durante sus años escolares, y tenía recuerdos especiales de la familia Neudorf.
Al entrar en la secundaria, Rudolf vivió con algunos de sus compañeros en una vivienda precaria, que antes había sido utilizada como gallinero y más tarde en un internado. Terminó el décimo curso de la secundaria en 1947 en Fernheim.
Antes de terminar la escuela, Rudolf fue bautizado y se hizo miembro de la iglesia menonita de Filadelfia, a la que perteneció hasta el final de su hasta el final de su vida.
Rudolf no tenía ambiciones de ser agricultor y su padre le apoyaba en la decisión de estudiar otra profesión.
Acordaron que Rudolf asistiría a la clase de pedagogía en Filadelfia y posteriormente hizo el curso de enfermería.
A continuación se trasladó a Buenos Aires para estudiar medicina, donde llegó el 31 de Diciembre de 1950. Rudolf tenía entonces 18 años. Vivió allí durante 8 años con la familia del predicador Martin Dürksen, donde además de estudiar, tuvo que cuidar los niños y trabajar de encargado.
Antes de empezar sus estudios de medicina, tuvo que recursar la Primaria y Secundaria en un curso intensivo, ya que las escuelas del Chaco aún no estaban reconocidas.
En 1955 comenzó sus estudios de medicina. Allí conoció también a Erika Braun y se casaron en 1960.
Terminado sus estudios, trabajó en el hospital privado alemán de Buenos Aires, y en una clínica pública de maternidad.
Su hijo Carlos nació en Buenos Aires. Poco después se trasladaron a Volendam y luego a Fernheim.
Aquí nació su hija Doris, y como familia se trasladaron a Alemania durante 2 años para seguir estudiando.
Después de su regreso, ambos trabajaron en el Hospital Loma Plata durante 7 años, donde nació su hija menor, Andrea.
En 1975 se mudaron a Filadelfia, donde volvieron a trabajar como matrimonio en el hospital.
Como recreación en los pocos días libres, disfrutaban de los viajes de pesca a Salazar. También cultivó su pasión como radioaficionado, donde contactaba con amigos en Asunción y el extranjero.
Para seguir formándose, Rudolf se fue con Erika y su hija menor a Alemania durante 1 año.
En 1987 Rudolf y Erika se trasladaron a Neuland, donde durante 5 años se hicieron cargo del
Su paso por el Hospital Concordia:
Durante todos estos años de servicio, Rudolf y Erika siempre fueron los únicos médicos de la colonia respectiva y eran responsables de todas las tareas que surgían.
Esto incluía también la formación de las enfermeras, a pesar de que no tenían formación específica para ello, pero la necesidad imperiosa siempre estaba ahí.
Como fruto de este trabajo se formó un gran círculo de amistades que persiste hasta hoy en día y fue muy valorado por ambos.
En el Hospital Menonita Kilómetro 81 le esperaban a Rudolf nuevos desafíos. Aquí él y Erika pasaron agradables años de servicio. Muchos aún recuerdan los paseos diarios de ida y vuelta a la Ruta 2.
Rudolf Dyck también acompañó el barco «Misericordia», que navegaba rio arriba en la zona de Concepción y ofrecía consultas médicas. Los viajes de inspección a otras regiones del país también formaban parte de ello. Fue una época de experiencias muy variadas para él.
Como siempre y en todas partes, disfrutaron de innumerables paellas con muchos buenos amigos, un placer social para Rudolf.
Para su tiempo de jubilación, regresaron a Filadelfia. Él todavía hacía algunas consultas médicas en Villa Amistad. También fueron para períodos cortos de trabajo a Km81, Rio Verde o Yalve Sanga.
Rudolf y Erika viajaron mucho y conocieron muchas partes del mundo juntos, pero el Chaco seguía siendo el hogar de Rudolf. Rudolf era consciente de su edad. Aunque le gustaba hacer de chófer de Erika a todas partes, renunció a las llaves del coche después de cumplir 82 años de vida.
Para mantenerse en forma aún en la vejez, Rudolf y Erika caminaban mucho a pie y participaron en muchas correcaminatas. Aquí, en Filadelfia, también pudieron celebrar sus bodas de oro y de diamante.
Todos sus nietos y bisnietos eran siempre bienvenidos en su casa. Ellos eran muy preciados para él. Rudolf siempre se alegraba de su presencia y disfrutaba de la energía que siempre le transmitían.
Todos los que le conocían se beneficiaban de su actitud positiva y vital y su sentido del humor, que mantuvo hasta el final de su vida.
Hace dos años, las fuerzas de Rudolf empezaron a flaquear y tuvo que utilizar un andador.
A pesar de ello, pudo celebrar su cumpleaños 90 en un marco adecuado. Sin embargo, su movilidad era cada vez menor y necesitaba cada vez más ayuda y cuidados, que también recibió en casa por parte de muchas de muchas personas serviciales.
El 1 de abril de este año, Rudolf y Erika se trasladaron al hogar de ancianos.
Hace una semana tuvo que someterse a una cirugía de hernia, de la que no se recuperó y el martes finalmente partió junto al Padre Celestial, dejando un gran legado de servicio para todos los que lo conocieron.










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