Pavón explicó que el país viene registrando un crecimiento sostenido en sectores como el inmobiliario, agropecuario y de servicios, lo que impulsa a más personas y empresas a operar directamente en guaraníes. “El guaraní ha demostrado estabilidad y confiabilidad por muchos años; por eso se ha convertido en la moneda preferida para invertir y ahorrar”, afirmó.
Indicó que a nivel internacional también se observa un reposicionamiento de divisas, motivado por la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de bajar las tasas de interés, lo que aumentó la cantidad de dólares circulando en los mercados. Este escenario contribuye a que la moneda estadounidense pierda valor frente a otras divisas y activos, como el euro, el oro y las monedas digitales.
IMPACTO LOCAL Y PROYECCIONES
El economista resaltó que la apreciación del guaraní beneficia especialmente a las personas y empresas endeudadas en dólares, ya que pagan montos menores por sus créditos. No obstante, reconoció que el sector exportador recibe menos ingresos por la baja del tipo de cambio, lo que podría generar presiones para una intervención del Banco Central.
Sobre el futuro del dólar, Pavón sostuvo que no es posible realizar una proyección exacta sin considerar eventuales intervenciones del BCP. Defendió la política de “flotación sucia”, es decir, permitir que el mercado determine el precio, salvo en casos extremos. “Si el Banco Central no interviene, es probable que el dólar siga moviéndose en este mismo rango, salvo algún evento extraordinario”, señaló.
INFLACIÓN Y CANASTA FAMILIAR
El economista también se refirió a la inflación, que prevé cerrará el año en torno al 4,5%. Sin embargo, cuestionó que solo el Banco Central mida este indicador y sugirió que universidades e instituciones privadas también realicen sus propios estudios para contrastar cifras oficiales.
Pavón recordó que entre el 30% y 40% de la canasta familiar está compuesta por productos importados, por lo que la baja del dólar debería reflejarse en precios más accesibles para el consumidor. “Si la gente no siente que su poder adquisitivo mejora, la estabilidad macroeconómica queda en números, pero no en la vida cotidiana”, advirtió.














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