Desde sus humildes inicios en 1927, cuando un grupo de pioneros menonitas adquirió las primeras tierras en el Chaco, hasta convertirse en un emporio agroindustrial que hoy agrupa a más de 8.500 asociados, la Cooperativa Chortitzer ha sido sinónimo de perseverancia, visión comunitaria y crecimiento sostenible. Su evolución, que no estuvo exenta de tremendos desafíos de todo tipo, refleja fielmente el espíritu del cooperativismo: la unión solidaria de personas con metas comunes, enfocadas en el bienestar colectivo y la construcción de un futuro próspero, que hoy es presente.
De acuerdo a su presidente, el economista Ronald Reimer, esta sociedad cooperativa ha diversificado sus actividades a lo largo de las décadas. Lo que comenzó como un experimento agrícola en un terreno inhóspito, ha florecido en un clúster productivo que abarca rubros ganaderos, agrícolas, industriales, comerciales y de servicios. En el centro de todo este engranaje está Loma Plata, núcleo urbano que nació espontáneamente junto a las aldeas fundacionales, y que hoy alberga la sede central de Chortitzer.

Reimer recordó que con 104 aldeas distribuidas en los departamentos de Boquerón, Presidente Hayes e incluso incursiones en Alto Paraguay, la presencia territorial de la Cooperativa Chortitzer es vasta y estratégica. Señaló que a través de estas comunidades, la cooperativa garantiza no solo la producción y comercialización de bienes, sino también la prestación de servicios fundamentales, como salud, educación y seguridad, a través de una estructura paralela gestionada por la Asociación Civil Chortitzer Komitee.
Destacó que el impacto económico de esta cooperativa se extiende más allá del Chaco, dado que cuenta con centros de distribución en Asunción, Limpio y una planta láctea en Coronel Oviedo, y que los productos chaqueños llegan a todo el país, generando empleo, promoviendo la industrialización y agregando valor a la materia prima. Resaltó que productos como leche, carne, maní y otros cultivos, como el sorgo y el maíz, representan hoy una parte significativa de las exportaciones agropecuarias del país.

LECCIÓN DE RESILIENCIA
Cabe señalar que la historia productiva de Chortitzer es también una lección de resiliencia. Ronald Reimer recordó que desde los difíciles años de subsistencia, pasando por incendios, fracasos agrícolas y crisis climáticas, la cooperativa ha sabido reinventarse una y otra vez. El paso de sistemas agrícolas convencionales a prácticas más sostenibles, como la siembra directa, la rotación de cultivos y la mejora genética, evidencian su compromiso con la innovación y el cuidado ambiental.
En ese sentido, más que una cooperativa, Chortitzer ha sido una columna vertebral para el desarrollo integral del Chaco paraguayo. Su legado trasciende lo económico; es un modelo de convivencia, de organización comunitaria, de inversión social y de integración regional.
Hoy, cuando se habla del progreso del Chaco, el nombre Chortitzer es insoslayable. Y cuando se piensa en un Paraguay más productivo, equitativo y sostenible, su ejemplo cobra aún más valor. La Cooperativa Chortitzer es una historia de fe, trabajo y futuro. Un orgullo chaqueño y un patrimonio nacional, digno de imitar por todos los paraguayos.














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