Barreras para el acceso al agua en el Chaco: «No todos pueden financiar su propio aljibe»

En el Chaco, cada vez más familias se ven forzadas a buscar soluciones propias para el abastecimiento de agua, pero no todos tienen la capacidad económica para financiar un sistema de recolección adecuado. Harold Thiessen, gerente industrial de la colonia Neuland, destacó en el programa Chaco Avanza cómo la inversión necesaria para instalar aljibes es una barrera económica significativa para muchos habitantes de la región.

Barreras para el acceso al agua en el Chaco: «No todos pueden financiar su propio aljibe»

La gestión del agua en el Chaco ha sido históricamente una cuestión de supervivencia, especialmente en una región donde las lluvias son impredecibles y los recursos hídricos limitados. En este contexto, los sistemas de recolección de agua de lluvia, como los aljibes, se han convertido en una solución crucial para muchas familias. Sin embargo, como destacó Harold Thiessen en el programa Chaco Avanza, «no cualquiera puede financiar su propio aljibe», lo que genera una brecha significativa entre las familias que pueden asegurar su autonomía hídrica y aquellas que dependen de fuentes externas.

En su intervención, Thiessen explicó que la instalación de un aljibe adecuado para almacenar suficiente agua, especialmente en una zona como Neuland, tiene un costo considerable. «Un archivo de 40.000 litros puede costar entre 20 a 30 millones de guaraníes», comentó, lo cual representa una inversión elevada para muchas familias, especialmente en comunidades rurales y entre los habitantes más vulnerables. Este costo convierte el aljibe en una inversión a largo plazo, que no todos pueden permitirse.

La situación se complica aún más en años de sequía, cuando las reservas de agua se agotan y las familias deben recurrir a la compra de agua. En este caso, las comunidades como Neuland, que tienen una red de distribución, pueden ofrecer una solución, pero para quienes no pueden acceder a este sistema, el costo del agua se convierte en una carga adicional.

Thiessen también señaló que, aunque las viviendas en la zona están equipadas con canaletas y cañerías para la recolección del agua de lluvia, la capacidad de almacenamiento de muchas familias no es suficiente en años de poca lluvia. «Es una inversión necesaria, pero que muchos no pueden afrontar», enfatizó.

El impacto de este alto costo de los aljibes se extiende a las comunidades indígenas y rurales más alejadas, donde la infraestructura para acceder a agua potable es aún más limitada. Para ellos, la posibilidad de instalar un sistema propio es prácticamente impensable sin el apoyo externo o el financiamiento de alguna entidad.

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