De acuerdo con los datos, actualmente los trabajos incluyen movimiento de suelo, drenaje, refuerzo de señalización vial y tareas preparatorias para la pavimentación. Este tramo, conocido como Cruce Don Silvio, representa uno de los puntos neurálgicos del proyecto, no solo por su ubicación estratégica, sino también por el impacto social y económico que ya comienza a generar en las comunidades aledañas.
En la zona se emplean unas 190 personas, de las cuales 47 viven en el campamento de obra. Según datos oficiales, el 3,7% del personal es femenino y el 2,6% corresponde a mano de obra local, cifras que reflejan la inclusión social y el dinamismo económico que conlleva esta intervención vial.
INFRAESTRUCTURA, TECNOLOGÍA Y SEGURIDAD EN TERRENO
Las tareas en ejecución abarcan la instalación de un obrador con laboratorio de control de calidad, limpieza de la franja de dominio, retiro de alambrados, construcción de terraplenes y preparación de la subrasante con cal (CBR >15%), etapa fundamental para garantizar una base sólida antes del asfaltado.
Además, se construyen alcantarillas celulares de distintas dimensiones para el adecuado drenaje, se mantiene la transitabilidad en caminos de servicio y se refuerza la señalización en zonas críticas, como pasos de fauna o áreas en excavación, priorizando la seguridad de trabajadores, usuarios y pobladores.
PLANTA TRITURADORA DE ÚLTIMA GENERACIÓN ACELERA EL PROYECTO
Un componente clave en la ejecución del Lote 3 es la incorporación de una planta trituradora de alta capacidad, marca Metso, equipada con los modelos BP300 y Barmac B7150SE, que permite producir hasta 250 toneladas de material por hora. Gracias a esta tecnología, se estima que en un plazo de 10 a 12 meses se dispondrá del volumen necesario para la conformación del paquete estructural de la ruta.
El Corredor Bioceánico, en el que se inscribe este lote, abarca un total de 224 km entre Mariscal Estigarribia y Pozo Hondo, divididos en cuatro frentes de trabajo. Una vez finalizado, permitirá conectar el puerto de Santos (Brasil) con el de Antofagasta (Chile), fortaleciendo la integración regional, acortando tiempos logísticos, mejorando la competitividad del transporte de carga y facilitando el acceso a mercados internacionales.
Además de su impacto geopolítico y comercial, el proyecto promete un efecto multiplicador en el desarrollo del Chaco paraguayo, impulsando inversiones, mejorando servicios y consolidando la presencia del Estado en una región históricamente postergada.