Este hecho histórico nos permite recordar un suceso bastante trascendental en nuestra historia, la preservación de nuestra querida región occidental, que en aquel entonces era amenazada por intereses ajenos. Bolivia, mantenía la pretensión de apropiarse del territorio chaqueño, conservando según los historiadores, la información que sustentaba que en esas tierras habría petróleo, además, de ambicionar obtener una salida al mar por medio del Chaco.
Tiempo después de que el conflicto haya terminado, se descubrió que no existían yacimientos petrolíferos en esta zona.
La contienda se había iniciado en el año 1932, tanto Bolivia como Paraguay movilizaron muchos soldados para esta guerra, 250.000 y 150.000, respectivamente. Fue la guerra más importante en el continente sudamericano durante el siglo XX, con una gran cantidad de bajas desde ambos frentes.
En los tres años de enfrentamientos, los soldados paraguayos ponían por sobre sus vidas, un invaluable patriotismo que consiguió resguardar la soberanía nacional. Hasta que, el 12 de junio de 1935 fue firmado por Luis Alberto Riart, por el lado paraguayo, y Tomás M. Elío, por el boliviano, el Protocolo de Paz, desde la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Hoy, a 88 años de aquel heroico y a la vez, lamentable suceso que dejó importantes pérdidas para ambos países, recordamos con enorme distinción rindiendo un homenaje a los más de 30.000 soldados que lucharon hasta el último instante por la Paz del querido Chaco paraguayo.
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