En repetidas ocasiones hemos trazado listas de propósitos que, lamentablemente, muchos de nosotros no logramos cumplir.
No obstante, la llegada de un Nuevo Año nos brinda una oportunidad fresca para poner al día nuestras metas. Solo se requiere tomar la decisión de dar el primer paso, y ¡listo!
Es verdad que surgen numerosos obstáculos en nuestro camino, y a menudo los utilizamos como excusa para no llevar a cabo lo que teníamos planeado. Sin embargo, no permitamos que esto ocurra. Visualicemos nuestro cuerpo como el templo del Espíritu Santo de Dios y cuidemos con esmero lo que ingerimos. Aunque Pedro nos reveló en una visión (Hechos 10:9-16) que lo que Dios ha purificado no puede considerarse impuro, es decir, que todo es comestible, debemos evitar caer en la gula. La indulgencia excesiva en la comida es perjudicial y constituye un pecado.
En lugar de hablar de dietas, enfoquémonos en ser más saludables. Así como decidimos llenar el tanque de gasolina de nuestro automóvil con un combustible de calidad adecuada, al comer, elijamos opciones más saludables. Ocasionalmente, podemos permitirnos disfrutar algo que nos gusta pero que no es saludable, siempre en porciones moderadas y ¡no a diario, por favor! Además, recordemos hidratarnos adecuadamente con agua.
No es realmente complicado; simplemente atravesamos momentos en los que nuestra fuerza de voluntad se ve debilitada. Si este es tu caso, busca una fuente de motivación. Algunos colocan fotos de cómo les gustaría lucir en la puerta del refrigerador o despensa. Otros compran prendas de vestir en la talla deseada y las exhiben en un lugar visible, como estímulo para alcanzar ese objetivo. Encuentra tu motivación, no solo para perder peso, sino también para aprender algo nuevo, alcanzar metas personales como leer la Biblia completa en un año o renovar la decoración de tu hogar.
Inicia tus nuevos planes ahora que cuentas con lo que podríamos llamar «una nueva oportunidad». Hay innumerables metas que podemos establecernos, pero nunca olvidemos estrechar cada día más nuestra relación con Jesús. ¡Ese es el camino hacia un renacer en el año nuevo!
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